martes, 29 de junio de 2010

Punto Jersey

Buenos Aires se llena de luces a la noche. El río las refleja y las multiplica, lo edificios las llevan alto, bien alto.
Me asomo a la ventana para verlas, me pierdo en sus destellos y pienso tantas cosas.
Recuerdo este mismo balcón, una tarde lluviosa de verano, mientras te esperaba con una sonrisa ansiosa.
Ya no te espero y a veces me obligo a recordarte, en un ejercicio masoquista que muchas veces me tortura y que tantas sesiones me ha insumido.
Ya no sé porque, con que sentido, pero lo hago. Cada vez duele menos, lo que es mejor, pero eso no significa que haya desaparecido.
¿Donde estarás? A veces siento que solo es esa pregunta, el no saber la respuesta lo que te mantiene vivo. Otras ese vacío me absorbe, convirtiéndose en un todo que no deja lugar a nada más, ni a mi misma, tan pensando en vos me quedo.
Cuando te conocí decidí no escribir más, dedicarme a vivir… y me dejaste tan asustada que tuve que volver a refugiarme en el blanco.
También volví a las agujas: tejo y destejo lanas como me hubiera gustado hacer con ciertas cosas, volviendo hacia atras para corregir errores, empezando una y mil veces todo hasta que quede de la manera en que a mi me gusta.
No es fácil, a veces, si no vas ordenando todo a medida que vas armando o desarmando, se pueden hacer nudos en todas partes.
Yo me dedique a tirar alegremente, totalmente fascinada. Ahora que me doy cuenta que se terminó la lana me encuentro con un montón lleno de nudos a mis pies… y no es lo que pensaba… y ahora me cuesta un montón desatarlos, ordenar nuevamente. Y hay veces que me parece tanto...
¿Qué voy a hacer con todo lo que escribo?

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